Todo pasa por algo. Siempre existe una razón escondida en cada gesto, como diría Serrat. Y si últimamente preparo en casa y por lo tanto, comparto con vosotros, platos típicos de mi pueblo, Cabeza la Vaca, será porque la morriña llama a la puerta y se conforma con estos pequeños recuerdos.
Creo haberos contado en alguna ocasión que mi padre siempre nos decía que él nos recogía de una col cuando nacíamos. Tan pequeñitos, tiritando, nos encontraba por la mañana escondidos en una col mojada por la escarcha de la madrugada fría de los meses de invierno y como le daba tanta pena, pues nos traía con mi madre. Así que a mi casa no llegaba la cigüeña; eran las coles las culpables de que hubiera tantos niños. Somos siete hermanos!!!.
INGREDIENTES:
1/2 col
2 tomates maduros
Cominos
1-2 ajos
Sal
Aceite de oliva virgen
Vinagre de vino
PREPARACIÓN:
La col es muy dura. Propia de los meses de más frío del invierno, esta verdura debe protegerse como es debido. Por lo tanto, para comerla cruda, en ensalada, lo primero es cortarla tan fina como podamos.
Una vez picada muy fina la col, la echamos en un bol y rociamos agua caliente por encima. Achuchamos un poco para desbravarla, escurrir el agua caliente y poner en la ensaladera donde vayamos a servirla.
Hacer un majo con los tomates, el ajo (quitarle el germen) y el comino. La col toma muy rápido el sabor del ajo, así que precaución con la cantidad que ponéis. La de hoy lleva sólo un ajo. No es mucha cantidad.
Añadir el majo a la ensaladera con la col y echarle la sal, el aceite y el vinagre. Cubrir de agua a gusto. Remover bien para que todos los ingredientes se mezclen. A la nevera al menos 2-3 horas para que coja bien el gusto.
Se come con cuchara....
Jajaja!!!, según mi padre, ese bebé podría haber sido yo....
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