Una vez un amigo, que desde entonces empezó a dejar de serlo, al detalle nuestro de un regalo por un favor que nos hizo, su reacción fue la de decir que "hay que ver los pobres lo agradecidos que son". Como era muy graciosillo, un tanto bohemio y de familia rica venida a menos, no quise hacer ningún comentario aunque mi vena socialista de familia humilde que ha peleado mucho en la vida por tener lo que tiene, casi me revienta. Y sin yo poder hacer nada por evitarlo, cosas a las que hasta entonces no daba importancia, empezaron a tenerla; gestos que habían pasado desapercibidos se hicieron intragables y lo que había sido una amistad circunstancial, acabó siendo lo que yo creo que tenía que ser: nada. Hola y adiós cuando nos vemos pero indiferencia total a nuestras vidas.
Pues pensando en esa frasecita, concluyo en que efectivamente, la gente pobre es muy agradecida, pero que tampoco es patrimonio único de ellos, de nosotros. Llama la atención mucho más porque lo poco que tienen no dudan un segundo en compartirlo y porque el esfuerzo es mucho mayor.
Hace unos años mi madre hubo de operarse de un cáncer un poco complicado. Era un carcinoma de Merkel, un cáncer neuroendocrino que empieza en la piel pero que si no se para pronto, pasa a la garganta y a órganos vitales. Mi madre estaba en el estadío de la garganta y tuvimos la gran fortuna de dar con un otorrino joven, muy ocupado en sus pacientes y muy interesado y estudioso de las enfermedades de ellos. Además era un señor muy guapo, bastante guapo.
Desde que mi madre entró en su consulta y él le hablaba pronunciando muchas veces su nombre y le insistía constantemente en que si no le entendía que se lo dijera para que él le explicara sus dudas, mi madre quedó encandilada y ella que hasta entonces había sido muy quejica, como yo, el proceso de esa enfermedad lo llevó realmente como una campeona, y estoy segura de que en gran medida por la confianza y tranquilidad que le infundía su doctor.
Pues bien, mi madre superó el cáncer y en una de las visitas de revisión se empeñó en llevarle una caña de lomo a su buen doctor. No puedo evitar sonreír cada vez que lo recuerdo, porque nosotros le decíamos que no era necesario, que era su trabajo, que el médico cobraba por hacerlo y que nosotros también habíamos sido igual de amables con él que él con nosotros. Pero ella, cosa que hacía muy a menudo, nos escuchaba, movía la cabeza y luego hacía lo que le daba la gana.
Pero cometió un error. Contárselo a su marido, mi padre. Mi padre, ya os lo he dicho en alguna ocasión, estaba profundamente enamorado de mi madre, y después de más de cincuenta años casados, seguía siendo celoso. Ay xd!!. Vivió el nacimiento de cinco hijas a cual más feminista, el divorcio de una de ellas, infinidad de circunstancias que le hicieron ser menos machista y muy defensor y admirador de las mujeres, de sus mujeres. Pero su esposa era otra cosa. Y mira que le reñíamos..., pero con 83 años que tenía entonces, no hubo forma de convencerlo de que mi madre le llevara el dichoso lomo al médico. El pobre hombre se quedó con las ganas de probar nuestros lomos que son de lo más bueno del mundo mundial, pero así son las cosas. Hubo enfado, alguna lagrimilla y sobre todo, muchas risas por parte de nosotras, sus hijas, porque no podíamos entender que mi padre pensara por un momento que al buenorro del médico se le podría pasar por la cabeza flirtear con nuestra madre!!! Ay señó, señó... Pero mi padre nos decía:"Vosotras estáis muy tontas con ese médico...; muy tontas", con una cara de mala leche que era digna de ver.
Y sí, la ternura que despertaron en mí, todavía hoy y después de algunos años, hace que el corazón se me infle dentro del pecho, porque la una por generosa y agradecida y el otro que aún siendo quizás más generoso, los celos le impedían ver la realidad, de nuevo supieron dar una lección de vida a su entorno, a nosotros, a mí. Y por eso soy también persona agradecida. Y por eso no soy persona nada celosa, salvo que la evidencia me obligue a serlo....jajajajaja!!!!
INGREDIENTES:
1 merluza
Falso Txangurro. Ver mi receta en este blog.
Sal
Pimienta negra recién molida
Mayonesa
3-4 patatas
1 cebolla
PREPARACIÓN:
Decimos al pescadero que nos limpie la merluza, le quite la espina y la deje entera, como un libro.
En una bandeja de horno pondremos una cama de patatas y cebollas cortadas a rodajas. Espolvoreamos con un poco de sal, pimienta negra de molinillo y un poco de aceite. Al horno a 180 grados durante una media hora o hasta que las patatas empiecen a estar blandas.
Sacamos la bandeja del horno, colocamos la merluza encima de las patatas y la rellenamos con el falso txangurro. Cerramos con unos palillos y por encima de la merluza ponemos una capa de mayonesa. Al horno de nuevo unos 15 ó 20 minutos más, dependerá del grosor de la merluza. Listo!!
Mi padre cantaba muy bien por Antonio Molina. Veíamos una y otra vez todas sus películas y le escuchamos muchas veces cantar sus canciones. Seguro que en la soledad de su dormitorio, alguna vez le susurró ésta a la mujer de su vida, mi madre.
De agradecidos es ser bien nacidos! Trato de enseñarlo a menudo, nadie se molesta porque se le agradezcan los detalles y yo pienso que es obligatorio hacerlo. Nunca me he encontrado con un malaje como el tuyo. Quę tiernas tus historias familiares!! Gracias por compartirlas.
ResponderEliminarQue me gusta leer lo que escribes lo expresas tan bonito que me sabe a poco es todo tan real eres un ejemplo a seguir por cierto vaya coreagrafia más bonita que completa eres
EliminarAyyy querida,cuantos recuerdos y hoy sí ...me hiciste reir,nuestros padres eran tal cual y papá un caso...ayyyy cuanto daría por estar con ellos aunque fuera una hoa
ResponderEliminarJajaja. El lomo lo compró, y se quedó seco en su gancho colgado. Nosotros tampoco lo catamos
ResponderEliminarJajaja. El lomo lo compró, y se quedó seco en su gancho colgado. Nosotros tampoco lo catamos
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