Hay personas que pasan por nuestras vidas como un torbellino; otras como un halo que envuelve un profundo sentido y otras, como Nachi, mi cuñada, que uniendo los dos conceptos, a su manera, a su muy particular manera, pasó por mi vida dejando constancia de sabiduría, entrega, lucha, familia, responsabilidad y un muy particular sentido práctico.
Hablar con ella, entablar una conversación normal, era prácticamente imposible, pero yo, poco a poco, aprendí a escucharla, a entender cada mensaje que daba en sus casi monólogos, a saber que ella, aunque no me escuchara mucho a mi, sabía perfectamente o al menos creo que lo intuía, cómo me encontraba yo, siendo consciente, muy consciente, de que los primeros años de mi vida en su familia y después cuando construí la mía, yo gobernaba, dirigía, cuidaba y amaba a personas para ella fundamentales: su niñas y su querido hermano. Siempre con tremendo respeto.
Hoy, como muchos días, la echo mucho de menos, porque además de no saber coger lo bajos de los pantalones de mi Santo, cosa que ella siempre hacía, ella era pilar fuerte de una familia un tanto particular, como todas, o como casi todas y se fue de la manera más injusta que una persona puede hacerlo. Injusta para ella, sobre todo para ella.
Querida, allí donde estés, ya ves, sigo con estas cosas de las comidas, con lo que a tí te gustaba darme las recetas que hacía el Arguiñano....
INGREDIENTES:
1 lechuga
1/2 cebolla
1 diente de ajo
2-3 tomates
Un poco de comino
Aceite de oliva virgen
Sal
Vinagre de vino
PREPARACIÓN:
Lavamos y picamos la lechuga.
Cortamos en juliana la cebolla.
Ponemos en la bandeja donde vayamos a servir la lechuga y la cebolla.
Hacemos un majo con la sal, el ajo y el comino. Machacamos bien y añadimos los tomates que vamos majando e incorporando poco a poco. Echamos el vinagre y el aceite, emulsionamos y rociamos la lechuga con este majo. Si no queréis majar tanto, lo hacéis en la trituradora como he hecho yo hoy.
Removemos bien y servimos. La foto os la he puesto justo antes de dar vueltas...
Bueno, ya casi se me ha pasado la tristeza. Ella no la hacía exactamente así, pero la mía se le parece. Ojalá hubiera aprendido a hacer su bacalao a la dorada que era espectacular, pero se fue demasiado pronto...
Que simple y que rica parece..... la probaré. Me encantan tus referencias íntimas a los platos que preparas. Dan sabor a las recetas y dejan ver tu gran sensibildad humana.
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