Bueno, y después de gripes, lumbalgias, urticarias y demás perejiles, aquí me tenéis de nuevo recuperando poco a poco mis ganas de echar un rato con vosotros.
El otro día leí que las personas que se exigen mucho y además tienen un alto grado de necesidad de ser aceptados por los demás, suelen tener colon irritable. Y yo, como con la mayoría de los test y grandes definiciones generales sobre la personalidad, no pude por menos que echarme a reír porque soy de la gente que piensa que todo lo que me cuentan es verdad, por si acaso... Una máxima del mundo capitalista es crear primero la necesidad y después el producto; de esta forma el éxito está casi asegurado.
Una sociedad como la que hemos construido bajo pilares a veces demasiado frágiles, nos obliga constantemente a intentar ser perfectos con nuestros hijos, con nuestros padres, con nuestros hermanos, con nuestra pareja, con los amigos, en el trabajo, con nosotros. La frustración está muy mal vista y poca gente opina que los fracasos son muecas en la culata del revólver y sirven como experiencia sobre la que apoyarnos para seguir caminando y ayudar a caminar a los demás.
A la misma vez, hemos creado un mundo virtual donde la soledad es demasiado palpable haciéndonos creer justamente lo contrario. Las horas que pasamos viajando por las redes son horas que quitamos de contacto visual, de escuchar la voz de alguien, de dar la oportunidad de ver la expresión de los demás y saber cómo se ha tomado nuestro comentario. De ahí que haya tantos malos entendidos, a veces, fatales. Pero a la misma vez podemos ver una calle de Londres en tiempo real desde el ordenador de tu casa. Y claro, todo este mundo tan amplio de posibilidades nos hace acercarnos en igual medida a la influencer más de moda que nos da un chute de alegría y entusiasmo, que al adolescente que se suicida públicamente y nos hunde en la más miserable tristeza. Porque todavía, afortunadamente, seguimos teniendo cierta capacidad de empatía, capacidad que los que manejan hilos invisibles que nos llevan de aquí para allá y de allí para acá, saben mover perfectamente; desde la distancia; observando nuestras reacciones, anteponiendo intereses totalmente materialistas a todo lo demás.
Y yo me quedo hoy con que: mira!; que eso del colon irritable tiene muy poco glamour y que nada; que no hay que exigirse tanto, que comamos y riamos; bebamos y bailemos; lloremos de pena y de alegría y sobre todo, marquémonos un simple objetivo cada mañana: seguir caminando....
Esta receta me la enseñó a hacer mi hermana Mari. Por supuesto nunca me saldrá como a ella, pero está muy rica!!.
INGREDIENTES:
Lomo de cerdo de unos 2 kilos en un solo corte (si puede ser ibérico, mejor...)
1 lata de piña en su jugo
Sal
Pimienta blanca recién molida
Aceite de oliva virgen
Bacon (del bueno)
PREPARACIÓN:
Limpiamos de grasa el lomo de cerdo y salpimentamos. Colocamos en la bandeja de horno y por cada porción que calculemos, hacemos una raja con el cuchillo donde meteremos una loncha del bacon.
Colocamos las rodajas de piña alrededor y con el jugo regamos la carne. Un chorreón de aceite por encima y al horno. Lo tendremos una hora aproximadamente a 180 grados. Si veis que las rodajas de la piña y el bacon se van quemando, poner papel de cocina por encima.
Pues ya está!!!
Hoy quiero compartir con vosotros tres temas de la peli de navidad que más me gusta: Love Actually
Os dejo trabajo....
Què alegría de tenerte otra vez por aquí!
ResponderEliminar