jueves, 10 de mayo de 2018

GYOZAS DE LANGOSTINOS


Dicen que una madre vuelca todas sus frustraciones especialmente en sus hijas y que todo aquello que ellas no pudieron ser pretenden que lo consigan sus crías. Y no creáis que no es cierto. Cuando trabajaba en Doble Erre (una agencia de modelos de aquí de Sevilla) me encontré en muchas ocasiones con madres que pretendían que sus hijas desfilaran en la pasarela Cibeles "llegá-llegando"; hijas que no tenían ni cualidades ni actitudes ni aptitudes para serlo. Y ahí que me veía yo intentando convencer a la buena mujer de que su hija podría aprender mucho en la escuela de modelos, pero eso de vivir de la moda, sólo les pasa a unas pocas y generalmente, a las mejores.

Mis tres grandes frustraciones han sido: no tener una carrera (estudios universitarios), no saber nadar como una sirena y no hablar inglés. Jajajaja!!

Pues bien, en mí también se ha cumplido lo de volcar mis propios conflictos en mis hijas y bien pesada que he sido desde siempre para que consigan hacer las tres cosas. En cuanto a la primera, están en camino y si algo no se tuerce, conseguirán tener un título universitario porque así todo en la vida les será más fácil. Lo segundo, lo de nadar, pues desde pequeñitas han ido a clases de natación y mi cara cuando las veo surcar esos mares de dios nadando como  Esther Williams a la que tanto admiré en su día, pues es digna de ver; mi cara digo. Disfruto comprobando que para ellas no es un medio hostil y que son perfectamente capaces de desenvolverse en él con soltura y hasta con cierto estilo.

Y la tercera frustración volcada, la de saber hablar inglés, pues he podido comprobar hace muy poco lo útil que ha sido el esfuerzo de ellas primero, de sus profesores segundo y de Spotify y las series originales de Netflix y HBO, después. Bueno, y el esfuerzo de sus padres también.

Hemos pasado los cuatro unos días en Londres y ha sido un viaje maravilloso. Redondo en el más amplio sentido porque hemos disfrutado, aprendido, comido, bebido, reído y no nos hemos cansado los unos de los otros.

Pero  cuando nos recoge un transfer en el aeropuerto para llevarnos hasta nuestro apartamento y nos llega una chica de Sri Lanka, simpática, entremetida y sobre todo muy habladora, no podéis ni imaginar la alegría que yo sentí escuchando hablar a mis hijas ese inglés casi perfecto del que la chica hizo alusión por lo bueno que era. Y sólo fue el principio de lo que quedaba por venir, porque verlas moverse por una enorme ciudad sin problemas de entender mapas, metro, autobuses o explicaciones en los museos, me hizo comprobar una vez más lo difícil que lo hemos tenido este país nuestro de las narices que durante más de 40 años nos tuvo aislados del mundo donde una de sus manifestaciones más emblemáticas durante esa época fue la de que nadie aprendiera a hablar el idioma universal por miedo a que la gente despertara del letargo obligado al que nos tenían sometidos. Y una vez más compruebo con orgullo que el inicio de la autonomía personal está en el conocimiento.

He tenido la oportunidad y la gran suerte de viajar por muchos sitios del mundo, pero mi gran problema siempre ha sido no poder comunicarme con muchas personas interesantes que he encontrado en el camino. Y eso, afortunadamente, a mis hijas no les va a pasar.

Diréis que nunca es tarde para que yo aprenda, pero yo ya estoy en esta vida en modo "cómodo".... jajajaja....

INGREDIENTES:

Ya sabéis lo que me gusta la comida oriental. Las gyozas son empanadillas japonesas como las que hacemos en España pero con una elaboración diferente. Están exquisitas y después de haberlas hecho ya en casa dos o tres veces, hasta ayer no me salieron como deben estar. Aunque os parezca difícil el proceso, os aseguro que una vez cogido el truquillo, se hacen muy rápidas y el relleno, el que queráis.

1 paquete de gyozas (obleas que se consiguen en un buen supermercado chico o japonés)
Soja
Aceite de sésamo
Langostinos
Palitos de mar
1 bolsa de gulas al ajillo con langostinos (se encuentran en cualquier super)
1 cebolleta pequeña
2 ajos
Cilantro
Perejil
Col china o coliflor (yo he usado hoy coliflor)
Jengibre
Tabasco o guindilla picada
Vinagre de arroz

PREPARACIÓN:

Hacemos la masa picando en la picadora o  a cuchillo (mejor lo último, pero si no tenéis tiempo, con la picadora también queda bién) los langostinos, las gulas, los palitos de mar, la cebolleta, los ajos, el cilantro, el perejil y unos 4 arbolitos de coliflor previamente cocidos. Mezclamos todo bien y añadimos unas gotas de aceite de sésamo, un trozo de jengibre rallado, una cucharada de soja y unas gotas de tabasco o una guindilla muy picada (si os gusta el picante). Removemos y dejamos reposar unos minutos.

Las obleas las vamos separando y con el dedo mojamos de agua todo el borde. La ponemos en la mano izquierda y le echamos un poco del relleno en el medio. Unimos por la mitad y vamos doblando los bordes como si de un barquito se tratara. Cerramos bien para que no se abran al cocinarlas.

En una sartén que no se pegue ponemos un poco de aceite al fuego y cuando esté bien caliente colocamos las gyozas. Dejamos que se doren un poco y vertemos sobre la base de la sartén como medio vaso de agua. Tapamos inmediatamente y dejamos que se hagan al vapor hasta que se evapore todo el agua.

Para la salsa:

Pelamos un ajo, machacamos bien en un mortero, añadimos soja y vinagre de arroz al gusto. Removemos y listo.

Servimos las gyozas con la salsa en un cuenco y a mojar y tragar, tragar y mojar... Exquisitas!!

Las originales parece ser que son las de carne de cerdo picada. O de pollo, pero las he hecho todas y éstas son las que más se han parecido a las que he comido en restaurantes. Y no quedó ayer ni una!. En cuanto al aderezo, todo lo que se os ocurra y que uséis en casa.


Me gusta tanto esta canción que me encantaría cantarla en inglés a voz en grito sabiendo lo que digo y como lo digo....

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