martes, 8 de mayo de 2018

TIRAMISÚ DE CÍTRICOS





Los cambios de estación son como un espejo que de pronto te ponen delante y en el que de alguna forma nos obligamos a hacer balance de la temporada pasada y propósitos para la nueva. Y pasar del invierno a la primavera es especialmente cruel con aquellas que tenemos la piel más blanca que un lavabo, las piernas con un poco más de celulitis que el año pasado y las cremalleras de los pantalones, pues bueno, quizás un poco más ceñidas que hace un año. Y mirando hacia atrás, al menos yo que el otoño y el invierno son las estaciones del año que más me gustan, recojo con tristeza mis jeseys grandotes, esos abrigos generosos que todo lo tapan o mis vestidos que tan monos quedan con medias que hacen las piernas más bonitas. La primavera en Sevilla me obliga a pasar de estar tapada a tener que mostrar de forma generosa mis carnes porque si no me asfixio; paso de llevar botas con las que me encuentro la mar de a gusto a tener que usar tiritas porque todas las sandalias me hacen daño. Y de pronto llega la atroz pregunta: ¿Qué coño me ponía yo el año pasado?. Y en el fondo, muy en el fondo, yo sí sé qué me ponía, claro; lo que pasa es que me veo tan fea con estos trapos... Ay señó, señó....

La estima es algo que una debe ir cuidando día a día, porque hay tantos factores externos que la machacan, que mejor tenerla siempre bien atendida que no tener que dedicarle trabajo y esfuerzo extra cuando ya esté por lo suelos. Y la estima al cuerpo, en este mundo de dios que si no eres alta y delgada no eres nadie, pues, como que hay mimarla mucho más. Yo lo procuro, de verdad!. Y de pronto me veo mucho más guapa que Sofía Loren y ese día...; ay ese día!!... Pero, y sin saber muy bien por qué, de verdad, pues  que no me veo de ninguna manera y soy cruel conmigo diciéndome con muy mala leche: "¿pero cómo es posible que existan seres así en la tierra...?"; madre de dios, qué machaqueo nos damos. Y mira que me da coraje, ehh, porque defiendo constantemente que una persona es lo que es y que el físico solamente traslada de un lugar a otro la inteligencia, el carácter, la alegría, la sonrisa o el mal humor, que también lo hay, verdad?.

El caso es que me apetece confesaros un secreto. Tengo un truco que me funciona siempre. Un truco muy simple que me ayuda a afrontar esta estación primaveral donde todo el mundo está contento y a mi me da arcadas; un truco que me hace sentir yo y no lo que la gente espera de mi en primavera: que sea "happy, happy!!!". Y el truco no es otro que comprar la colonia que usaba hace unos años, cuando no existía ni la primavera ni los cambios de humor, ni los dolores, ni la celulitis y, ni mucho menos, la piel blanca, porque me sentía tan a gusto con mi piel que nada ni nadie impedía que saliera a la calle a disfrutar de la vida metida en este mi cuerpo que, la verdad, tampoco era tan distinto al que tengo ahora, lo que pasa es que ahora me fijo más en él, estoy segura de ello.

Y sí, funciona. Esta primavera mi cuerpo vuelve a oler a la colonia de hace unos años. La colonia que me recuerda las risas, las amigas, las confidencias, la playa, ese amor que nos captura, ese inicio de etapa que tanto significó y que de pronto, hace que me reconcilie con mi presente, que tampoco es tan distinto al pasado y seguramente mejor de lo esperado.   


INGREDIENTES:


- Bizcochos de soletilla
- Limoncello
- Zumo de naranja
- 250 grms de queso mascarpone
- Un poco de leche
- Azúcar glas
- Extracto de vainilla
- Ralladura de medio limón
- Chocolate
- Frutos rojos

PREPARACIÓN

En un bol ponemos el queso mascarpone y le añadimos un poco de leche. Lo batimos con un tenedor hasta que quede cremoso. Le echamos 2 cucharadas de azúcar glas y la vainilla. Batimos bien y añadimos la ralladura del limón. 

En la fuente donde vayamos a servir este postre, ponemos los bizcochos de soletilla como base y espolvoreamos un poco de limoncello (cuidado y no os paséis) y el zumo de la naranja, añadimos la mezcla del queso y cubrimos bien los bizcochos. Decoramos con frambuesas, moras, arándanos o fresas y le raspamos un poco de chocolate por encima.

A la nevera al menos una hora. Más fácil imposible!!








3 comentarios:

  1. Qué versión tan apetecible del tiramisú!

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  2. Jejejejeje....ayyyy con los cambios de estación....como nos revolucionan....
    Ese tiramisuuuuu.....mmmmmmmm.... sería una buena opción para prepararlo el día de la famosísima fiesta jejejeje

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  3. Muy empática con lo del color lavabo de mis piernas... Yo sólo me digo lo bonitas que son, así objetivamente, porque no tenemos la culpa de que en este momento de la historia se lleve el moreno rayos uva. ¡Sólo nací en el siglo equivocado! Y por otros sitios del mundo se hacen polvo la piel con potingues blanqueantes. En fin, qué tontos estamos, pero qué difícil es que no nos afecte.
    Y para celebrarlo, voy a probar tu versión del tiramisú, que la original no me gusta, con el sabor a café. ¡Seguro que esta sí! Ya te contaré.

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