martes, 22 de mayo de 2018

MANITAS DE CERDO



Y de pronto, la última referencia de un  mundo tan distinto al de hoy que teníamos en la familia, nos dice adiós con su agradable sonrisa y ese punto de coquetería que tanto le gustaba lucir. Angeles se ha despedido sin prisas, porque de alguna manera sabía que era la última de una larga lista de seres  buenos que han sido muy importantes en la crianza y educación de varias generaciones.

Y yo, en la profundidad de mis pensamientos, advierto que es ley de vida no valorar lo que tenemos y añorar lo que nos falta. Una ley no escrita que afortunadamente mucha gente incumple y aún a pesar de los sacrificios que ello supone, mantienen contra viento y marea una forma de ser, sentir, pensar y actuar digna de valorar. Es el caso de mi cuñada Antoñita.

De pronto pasamos de ser personas muy informadas a no enterarnos de lo que nos dice un médico; pasamos de ir arregladitos  y la mar de limpios, a llevar "lamparones" en la falda o la camisa. Sin darnos cuenta casi, pasamos de tener nuestra casa limpia y ordenada, a no ver los cercos de carmín que quedan en una copa o el fondo negro de una olla. De pronto nos vamos abandonando y el paseo de dos horas se queda en el trayecto del cuarto de baño a la sala de estar, la dieta sana la sustituimos por algo para salir del paso y la mirada..., ay esa mirada!!!, pasa de ser viva y alegre a transmitir una tristeza indefinida que inquieta a los demás.

Y en los que observan ese declive, la incomprensión suele ser la reacción más habitual. Porque molesta que las cosas cambien para mal y porque perder tu libertad en beneficio de otro, no siempre es bien aceptado.

La vejez no es bonita y quien así lo piense, o vive en los mundos de yupi o todavía es joven. El declive físico e intelectual, el dolor físico, la pérdida de autonomía, el sentir que ya se está en el sprint final, es una experiencia que sólo algunos afortunados vivirán, pero los que llegan, no siempre lo viven con fuerza y empuje.

En mi familia hemos tenido la suerte de ver envejecer a nuestros mayores con cierta alegría, orgullo de ser cabezas de familia y disfrute por lo que se ha sido, por lo que se es y por lo que dejarán atrás cuando ya no estén.

Cuando se llega a ese punto de la vida, estoy segura de ello, todos querríamos tener una Antoñíta en nuestra vida. Porque es tan importante que te quieran, te mimen, te cuiden y te ayuden a caminar en tus últimos años de vida, que  por mucho que las administraciones públicas inviertan en buenas residencias, por mucho que se tenga dinero para estar en un sitio más que digno donde nada nos falte, si no tenemos en nuestro entorno alguien que nos diga al menos una vez al día que nos quiere, no será bueno, nada bueno llegar ahí.

Angeles ha sido ejemplo para todos los que la conocimos y disfrutamos; Angeles ha dejado un buen legado en esta tierra del que todos disfrutamos. Pero Angeles, sobre todo, ha dejado un "angel" que le puso de nombre Antonia cuando la parió que ha dedicado su vida a los demás. 

Querida cuñada mía; ya es hora de cuidarte, mimarte, pensar en ti y disfrutar de lo que la vida te ofrezca.  No pierdas ni un solo minuto. No lo pierdas porque a quien más honrarás si así lo haces será a esos padres a los que tan bien cuidaste y que tanto te quisieron.

INGREDIENTES:

2 kilos de manitas de cerdo partidas por la mitad
Vino blanco
Caldo de verduras
3-4 tomates grandes
1 hoja de laurel
8-10 granos de pimienta negra
1 cebolla grande
1 puerro
1 zanahoria
1/2 pimiento rojo
Pasta filo
Una pizca de romero
Una pizca de tomillo
2 clavos
Sal
Perejil

PREPARACIÓN:

Ponemos en la olla a presión las manitas limpias y partidas a lo largo por la mitad. Añadimos todas las verduras y especias y cubrimos con vino y el caldo.

Ponemos al fuego una vez que la válvula empiece a girar una hora y media a fuego medio.

Una vez pasado el tiempo, abrimos y comprobamos que la carne está lista. Sacamos las manitas y dejamos media por persona enteras y las demás las desmenuzamos. Reservamos la carne y las manitas enteras. 

Comprobamos si es mucho caldo el que queda para desechar el que consideremos, sacamos la hoja de laurel. El resto de verduras y especias las pasamos por la batidora junto con el caldo tan gelatinoso que nos ha dejado la cocción. Añadimos las manitas enteras.

Extendemos la pasta filo y cortamos cuadrados pequeños que nos permitan hacer unos paquetes. Rellenamos con la carne desmenuzada que teníamos reservada y al horno hasta que la pasta esté dorada y "dura".

Servimos una manita entera, dos-tres sacos de la pasta filo rellena y rociamos con la salsa. 

Listo!!



Yo también tengo mi sueño y estoy intentando armarlo en compañía de mucha gente a la que quiero y con la que pretendo envejecer. Ya os lo contaré un día de éstos.
Siento el empalago, pero es que yo sigo creyendo en los duendes y hadas del bosque....

1 comentario:

  1. Ayyy querida que bonito,tú también eres especial estoy orgullosa de tener la familia que tengo y os quiero infinito

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