miércoles, 5 de octubre de 2016

MORCILLA DE MACHO







He trabajado para distintos "patronos" de esos con pedigrí; sí, dueños de  pequeñas empresas privadas que cuando les interesa eres persona de plena confianza y cuando no, alegando que las cosas están muy mal, te obligan a hacer horas extras como si de un favor del trabajador al señorito se tratara. Por supuesto, horas no remuneradas. He asistido siendo espectadora de primera a chanchullos encaminados a declarar a Hacienda lo menos posible, a engordar cuentas privadas lo más posible y a escatimar nóminas como principal objetivo empresarial a seguir, y ésto, durante la etapa en la que España se jactaba de vivir una  época de vacas gordas.

Ahora, mirando a mi alrededor sin tener la necesidad, al menos por ahora, de tener que pedir trabajo fuera de casa para mantener a la familia, me duelen las entrañas  ver cómo los derechos laborales que al menos sobre el papel se habían adquirido, ahora ya ni existen. Las caretas se van cayendo y ya no se hace ni el menor intento de hablar de la lucha obrera, simplemente, porque para ellos, los ricos, la clase obrera no existe. 

Volvemos de nuevo a optimizar nuestros recursos casi como lo hacían nuestros padres. Volvemos a ver con normalidad no poder ir de vacaciones, no aspirar a una segunda vivienda, volvemos a soportar un gran esfuerzo porque nuestros hijos estén en la universidad, rezando porque consigan mantener sus becas. Volvemos a mirar con rencor al que tiene más. 

Hoy no voy a poneros la receta. Os enseñaré unos vídeos de mi familia en el pueblo haciendo las morcillas de macho. Mañana sí os daré la receta de las PAPAS CON CHIVO para que veáis el uso más habitual que les damos a estas morcillas. 

Vais a ver en los vídeos la elegancia de mi gente. La dignidad de manos obreras capaces de tener a hijos en la universidad, alimentar una familia y permitirse de vez en cuando unos días de vacaciones con la única ayuda del sudor de su frente. Si seguimos machacando a esta gente reduciendo derechos sociales, poco, muy poco nos quedará. 








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