Mirarse y entenderse sin necesidad de hablar.
Comprenderse apenas surgen las primeras palabras.
Sentir el calor en los momentos difíciles.
Vivir la alegría de tenerse.
Bailar el vals de la vida a veces de forma pausada, otras como torbellinos incontrolados y siempre bajo la misma sintonía, a ritmo del mismo compás, de la mano del destino, en brazos de la amistad.
Soy muy pesada con mis hijas cuando les repito una y otra vez que cuiden y valoren a sus amigos, que la amistad es un tesoro que deben mimar porque la vida no siempre es fácil y aunque así fuera, es mejor vivirla compartiendo con los demás, con la gente que tú eliges, con quienes ríen contigo, lloran contigo, te riñen cuando hace falta y siempre están cuando es preciso.
Conservar los viejos amigos es la terapia más curativa. Añadir amistades con los años se convierte en la mejor receta que nos puedan prescribir. Tener puertas donde llamar que siempre se van a abrir es una gran tranquilidad.
De niños la naturalidad marca la búsqueda del amigo o amiga que mejor se adapte a tu forma de jugar, con quien las risas son más fáciles. En la adolescencia, la necesidad imperiosa cómplice de nuestros más profundos secretos, busca sin cesar a la amiga que calma y ayuda a decidir. Lloras por nada, ríes por todo. Pero esa mano que te agarra entiende la pena y disfruta tu alegría.
De repente la juventud se planta ante nuestro camino como un insalvable obelisco erguido como un gigante. Es tan imposible sobrepasarlo sin amigos como intentar sentarse en el borde de ese camino sin continuar. La inercia de nuestra propia existencia nos obliga a seguir.
Y llegamos a esa plenitud de vida en la que a veces la navegación cursa por aguas calmas, otras veces la tormenta perfecta se forma sin esperarla y la mayoría de ocasiones el devenir de las olas nos llevan y nos traen, nos traen y nos llevan obligando a abandonarnos a nuestra suerte. Y aquí me quiero parar, en mi suerte.
La suerte es un concepto totalmente ligado a mi vida. Tengo suerte con mis padres, con mis hermanos, mis cuñados, mis sobrinos, mi Santo y mis hijas. Tengo suerte con mi vida. Tengo suerte con cómo la vivo. Una suerte tremenda. Una gran suerte. Tanta que a veces da miedo. En esos momentos en los que somos conscientes de lo mucho que tenemos, el corazón se infla como un enorme globo que temes que en cualquier momento pueda estallar. Será por eso que dicen que quién más tiene, más conservador se vuelve. Y es cierto. Yo soy ahora tan conservadora como avanzada o revolucionaria fui en el pasado. Conservadora del cariño y las buenas personas.
Y tengo suerte con los amigos. Una suerte venida a mí como un regalo que procuro mimar y cuidar como merece. Tal vez mantener algunas amistades es más mérito del otro que mío. Seguro. Pero estos caminos de doble sentido, si un caminante falla, fallan los dos. Y entre tantos amigos a los que quiero y que sé que me quieren, siempre está en la cima, por encima de cualquier tipo de entendimiento, como ese faro de Alejandría que ilumina el conocimiento y la lealtad, mi amiga Leo. Mi mejor amiga. Me encanta decir esta frase porque, cuando se tiene tan claro que se tiene una mejor amiga, esas sensaciones de niña y adolescente vuelven a inundar nuestro yo más jovial e inocente cargándose de toda la razón por haber sabido entregarse a esa persona sin ningún tipo de reservas, con el corazón a flor de piel, con la alegría de esas niñas que tanto han compartido a lo largo de, ya, muchos años.
Te imagino sonriendo al leer estas palabras pensando en que hay que ver cómo es esta Feli de fantasiosa. Tú tan calmada y coherente como eres y yo tan metepatas cuando me entrego a determinada gente. Siempre me observas desde lejos, con prudencia, con total respeto, como tú eres. Y siempre me esperas, con ese amor incondicional, con esa sonrisa disimulada, esa sonrisa que convertimos en carcajadas cuando, juntas, delante de una cerveza o un vino, no paramos de hablar de lo divino y de lo humano, de nosotras, de nuestras hijas, de nuestros Santos; de la vida... Como si el tiempo no fuera pasando tan rápido, sintiéndonos guapas, inteligentes, atrevidas y valientes. Sintiéndonos tan vivas después de ser tan conscientes de la existencia de la muerte. Sintiendo, valorando y amando la importancia de ser amigas.
Como Leo no hay dos. A su natural inteligencia debemos añadir esa gracia tan particular que tiene, esa seriedad que muestra cuando es debido, ese consejo con el que siempre acierta. Esa dulzura en su voz, sus formas, sus maneras. Esa dulzura y esa luz que aporta a quienes tiene cerca, a su hogar en el que tan a gusto me siento, a sus comidas con las que tanto se esmera cuando somos invitados. La luz de las velas de tu casa seguro que charlan cada noche con la luz de las velas de la mía recorriendo un caminito de estrellas entre Badajoz y Sevilla. ¡Menos mal que siempre nos queda Cabeza la Vaca! La distancia nunca supuso un problema ni entre nosotras ni entre nuestras velas.
¡¡¡¡Te quiero amiga, mi mejor amiga. Mi Leo, Leonor de mis amores....!!!!
¡¡¡¡¡¡Feliz cumple!!!!
OTRA RECETA FÁCIL, DE LAS QUE LE GUSTA A LEO.
INGREDIENTES:
4 SARDINAS
HUMUS (VER RECETA EN MI BLOG)
ACEITE DE TRUFA
ACEITE DE OLIVA VIRGEN
SAL
PIMENTÓN DE LA VERA
PREPARACIÓN
Asamos las sardinas enteras y cuando estén a nuestro gusto las limpiamos y separamos en lomos.
Ponemos los lomos de las sardinas en un taper, salamos un poco y cubrimos con aceite de oliva virgen. A la nevera al menos durante 24 horas.
Preparamos el humus según la receta que tengo en este blog o como vosotros lo hagáis. Dejamos que coja sabor al menos durante unas 4-6 horas.
A la hora de servir, emplatamos con una base de humus, ponemos las sardinas escurridas encima , rociamos con aceite de trufa y espolvoreamos con un poco de pimentón de la Vera.
A DISFRUTAR!!!
Qué, gran amigas qué sois,de siempre.No hay más qué veros para ver las caras de felicidad qué se os pone. Quien tiene un amigo tiene un gran tesoro. Besitos para las dos.
ResponderEliminarQue bien que valores así la suerte de tener una AMIGA, así, con mayúsculas... Os felicito por teneros la una a la otra, que verdad es lo de que quien tiene un amigo, tiene un tesoro... Besotes para las dos. 😘😘
ResponderEliminarUffff, qué regalazo!!!
ResponderEliminarAhora no me puedo poner a asar sardinas...
Yo sólo te digo que siempre quiero estar contigo porque me siento querida, valorada, afortunada... y si después de tanto tiempo me dedicas estás palabras me lleno de felicidad que es lo que de verdad importa.
Te quiero y deseo que nuestras velas sigan alumbrando nuestras vidas.
Felicidades para las dos. Amistad única y hermosa. Sois afortunadas de sentir tanto amor y respeto. Me emocionas.
Eliminar¡que barbaridad! ¡cuanto amor plasmado en palabras!
ResponderEliminarOs felicito a las dos por teneros.
Besos