Vivo en el centro de Sevilla. Decir que conozco esta ciudad es demasiado para una persona que no suele salir del casco antiguo para casi nada. Vivir en un enclave determinado te hace ver la vida del color de ese enclave. Claro que sé que Sevilla no es sólo el centro, más bien, no es el centro.
Hace unos días fuimos con María y Carlos (unos buenos amigos) a comer a un barrio de Sevilla prácticamente tomado por la emigración. Sudamericanos, africanos, rusos, chinos, indios... Sus calles rebosan alegría: carnes prietas y morenas, pantalones cortos ajustadísimos, peinados espectaculares, andares bailarines y ese deje entre tristeza y alegría por dejar atrás sus raíces y por convivir en armonía instalando donde ahora viven sus costumbres. Cenamos en un peruano donde la comida estaba exquisita, nada caro y el camarero muy simpático. Sólo debo ponerle un pero: no quiso darme la receta de su ceviche.
INGREDIENTES:
1 aguacate
1 cebolleta
Sal
Unas gotas de tabasco o guindilla
El zumo de una lima o un limón
Un manojo de cilantro
PREPARACIÓN:
Cortamos por la mitad el aguacate, sacamos el hueso y le desprendemos la piel.
Colocamos en un bol y lo machacamos con un tenedor.
Añadimos la cebolleta muy bien picada, un poco de sal (hay que tener en cuenta que los nachos llevan sal), el tabasco, el zumo de la lima y el cilantro cortado muy fino.
Removemos y listo.
Acompañamos de nachos.
Siempre os digo igual, pero es que es cierto. Los platos debemos "personalizarlos". Las recetas están bien como guía, pero lo suyo es que cada uno le aporte su toque. De esta forma, las cantidades os la dejo a vuestro criterio. Yo en lugar de la guindilla le pongo el tabasco porque el picante no es tan agresivo. Como me gusta mucho el cilantro, pues le pongo bastante y así con el resto de ingredientes.
Las veces que he visto esta película y a Antonio Molina cantando esta canción con mis padres han sido tantas como lágrimas he derramado escuchándola. Esas tardes de domingo, al calor de la falda de camilla y con casi toda la familia alrededor de la mesa han sido de los momentos más bonitos vividos con ellos. Luego fui emigrante; ahora lo soy. Pero antes de salir de mi tierra, ya casi sabía cómo me sentiría fuera de ella. Por eso ahora intento ser tolerante con los que vienen. Qué frágil es la memoria!!!!.
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