miércoles, 20 de septiembre de 2017

BOCADILLO PORQUE SÍ




Desde luego que la mente es sabia. Y lo digo porque me alucina la capacidad que tenemos de archivar en el fondo del fondo de nuestra memoria las situaciones, palabras, hechos o circunstancias que nos son desagradables o dañinas.

Este verano he vuelto a vivir un episodio de esos que hacen que te des cuenta de lo frágil que es la vida. Esa cuerda que las Moiras (que yo represento en mi imaginación como las de la película Hércules de Disney que tantas veces vi con mis hijas cuando eran pequeñas y nos encantaba) cortan o lo intentan cuando ellas creen que el ciclo de la vida que se nos ha concedido termina, pues oye, como que de vez en cuando aparecen en nuestro lado de la almohada y una llamada de teléfono nos saca de forma brusca de nuestro bienestar y de pronto te encuentras en la cabecera de una cama de UCI hablando, en mi caso, con mi hermano Antonio intentando que los horribles días que pasó al menos sintiera el calor de su gente. En este caso mi hermano se libró del corte drástico de su cuerda, pero el aviso ha quedado grabado en todos los que le queremos: para él y para nosotros.

Hace unos años acompañé en su llanto desconsolado a mi prima Remedios despidiendo a su hijo. Ella vivió la experiencia peor que puede vivir una madre: el suicidio de su hijo. Y muy poco tiempo después vi cómo mi tía despedía  a su hija Remedios  que también se marchó entre lamentos e indignación de todos nosotros por lo dura que es la vida con algunas personas. Y ella, mi tía, mantuvo su dignidad yo creo que por lo acostumbrados que estaban esas generaciones a sufrir. Y siguió viviendo, y cuando le tocó despedir a su hermano, mi padre, esa dignidad aún siendo admirable, ya empezó a tambalearse, porque sí, porque la vida es dura y porque ella ya era más vulnerable.

Y claro, todos tenemos tantas historias duras que contar que si formaran muro, nos quedaríamos anclados, clavados, sin poder respirar, sin poder luchar, sin poder caminar.

Pero afortunadamente, creo que hay algo en nuestro interior, no se si procede de la mente o del corazón, o de yo que sé, que nos hace seguir. Pero estas experiencias van forjando una personalidad, en mi caso al menos, agradecida y disfrutona. No exenta de soberbia en ocasiones porque nos creemos que somos el ombligo del mundo, pero en general mucho más calmada; más atenta a lo bueno e intentando esquivar lo malo, y si lo malo llega, yo quiero comportarme con la misma dignidad que mi prima Reme o mi tía Dolores. La misma que mi hermano después del sangrado de su aneurisma cerebral y la misma que mis padres cuando les acompañábamos a despedir para siempre a sus cuñados, hermanos o amigos y en el caso concreto de mi padre, a su mujer: la persona que más había amado en su vida.

Por todo esto yo no renuncio a disfrutar de las cosas pequeñas de la vida, que desde mi punto de vista son las que hacen que seamos grandes y generosos, receptivos y alegres. Esas pequeñas cosas que a veces nos hacen llorar y muchas reír. Esas pequeñas cosas que hacen toda una vida. Esas pequeñas cosas que nos hacen personas y seguir caminando.... 

Y yo, la verdad, no podría vivir sin un bocadillo de vez en cuando. "Ay omá, qué ricooooo!!"


INGREDIENTES:

Bollo de pan ni muy blando ni muy duro
Huevos de codorniz
Lonchas de queso cheddar (o el que queráis)
1 tomate maduro
Mayonesa
Tiras de bacon
Lonchas de jamón serrano

PREPARACIÓN:

En una sartén ponemos al fuego y freímos las lonchas de bacon con una cucharada de aceite de oliva virgen. Cuando estén doradas, apartamos y reservamos.

En el jugo que queda en la sartén ponemos el bollo de pan cortado a la mitad y dejamos que se vaya tostando con el fuego bajo.

Vamos a ir friendo los huevos. Los huevos de codorniz son muy "puñeteros" para abrirlos y que no se rompa la yema. Yo corto con un cuchillo de sierra un poco a la mitad y cuando la cáscara está casi abierta es cuando uso los dedos para abrirlo del todo y freírlo. Se fríen en su punto justo: la clara cuajada y la yema muy poco hecha.

Sacamos el pan de la sartén y pincelamos de mayonesa las dos partes del bollo,  ponemos las rodajas de tomate, el bacon, el jamón y el queso. Coronamos con dos huevos, cubrimos el bocadillo, clavamos con un palillo de brocheta para que la presentación no se desmorone y a disfrutar!!!.

Claro que el orden y las cantidades de cada ingrediente las decidís vosotros....



Mi Serrat. Sí, mi Serrat. Siempre me ha acompañado y cosa muy chula, siempre me ha advertido de lo que quedaba por venir...


11 comentarios:

  1. Que bien escribes, cuanto sentimiento en todos tus relatos, me encanta como también me encanta un bicadillito de vez en cuando, este tuyo..... divino. Besinossss

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  2. Tus recetas nos llenan el estómago pero tus "relatitos" nos llenan el corazón de emoción y sabiduría.

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  3. Desde luego no se puede describir mejor el camino de la vida que nos hace disfrutar más obsaber disfrutar mejor sobre todo de aquellas pequeñas cosas que si sabemos atenderlas están muy a la mano. Como ves ya puedo acceder al blog y estoy encantado y en este caso deseando comerme el bocadillo ��

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  4. Feli mi vida, esas pequeñas cosas son ñas que realmente nos llenan ( nunca mejor dicho)
    Nolasco "Las cosas más pequeñitas"

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