viernes, 27 de marzo de 2020

CUSCÚS DE CHIVO



He decidido ponerme el sujetador en casa no vaya a ser que cuando todo ésto termine la madre naturaleza se ensañe conmigo aplicando duramente sobre mi persona la ley de la gravedad, enfadada con mi rebeldía por liberarme de esta puñetera prenda que tanto me molesta.


También he decidido pintarme las uñas, no llevar pijama todo el día y usar ropa cómoda pero elegante (jajajaja) para llevar mejor este confinamiento tan extraño que estamos sufriendo.



Además, he dejado de ver y escuchar las noticias machaconas en voz de esos periodistas que anteponen la venta de sus periódicos a transmitir información que ayude a calmar a la sociedad, quizás obligados por la línea editorial de sus patronos, no lo dudo, pero flaco favor nos están haciendo a todos.



Y por supuesto, no pierdo el tiempo en abrir mensajes de WhatsApp, Instagram o Facebook que no vayan con el remite de las autoridades competentes.



He decidido escuchar sólo una vez al día las noticias oficiales que dan los distintos ministerios sobre la evolución de esta pandemia que, una vez más, está dejando ver lo más bochornoso de esta sociedad. También lo bueno, pero mucho me temo que como casi siempre, los malos ganarán la batalla.



Nos empeñamos en decir que esta situación inédita hará que nos replanteemos un mundo mejor, que nos vamos a dar cuenta de lo prescindibles que son tantas cosas superfluas que nos tienen encadenados a una vida sacrificada sin un objetivo claro. Pero estoy convencida de que los tiburones, carroñeros, malnacidos y aprovechados, verán su gran oportunidad para seguir machacando al más débil y así empoderar todavía más a sus grandes holdings indecentes.


Siento gran vergüenza de este país. Sí, así es. Y ya van unas cuantas de ocasiones en las que he tenido esta sensación. Ninguna sociedad merece tener como representantes a quienes a la primera oportunidad que tienen de demostrar por qué están al servicio público reman  contra la mayoría de la gente. Esta situación que vivimos la están dirigiendo, como buenamente pueden, los que legítimamente han sido elegidos por el pueblo. Sin embargo, esta oposición indigna ha visto de nuevo la oportunidad de ganar votos a costa del miedo lógico de una población que lo que menos necesita ahora son salvadores de la patria, que de estar gobernando mentirían como bellacos, como ya lo hicieron en anteriores situaciones lamentables (Yakolev 42, Prestige, 11M...).


Es muy triste observar desde esta atalaya en la que ahora nos  encontramos, una atalaya cómoda porque de nada nos falta, la indignidad de algunos que se presentan como salvadores ante unos ciudadanos preocupados por la incertidumbre lógica de no saber a qué nos estamos exponiendo. Vemos a los que se sienten los verdaderos garantes de la seguridad nacional, a los salvapatrias, utilizar mentiras, medias verdades, herramientas viles que tanto cuesta desmentir a quienes ahora tienen como única prioridad ayudar a la gran mayoría  de ciudadanos expuestos a una enfermedad de la que tan poco se conoce aún.


Venceremos al coronavirus. Pero también perderemos la batalla de la dignidad, de los valores, de los principios que construyen una sociedad solidaria, igualitaria y justa. Venceremos a esta dichosa enfermedad, pero este país sigue enfermo de odio, de ambición, de rencores que a nada nos llevan. Como dice mi Santo, el señor Aznar sigue moviendo hilos para hacer de esta oposición una oposición no sólo dura sino perniciosa, nociva, vil, peligrosa y dañina. No perdona. Ellos no perdonan. Ellos y los que no quieren pertenecer a este país pero llaman a la puerta cada vez que les hace falta.


Esta enfermedad la pararemos; esta situación la superaremos; estos días los veremos, con el paso del tiempo, como una particular pesadilla y todo volverá a su ser. Sin embargo, mi ser, de nuevo, quedará dañado por los que no han sabido estar a la altura de las circunstancias, por los que se empeñan en dar la razón a quienes dicen que la política y los políticos no son necesarios, por esos empresarios que aprovechan para despedir a sus trabajadores y beneficiarse de papá estado, por esos comerciantes que sin ningún pudor han subido el precio de los productos que venden. 


Y claro que la mayoría somos gente sensata, que hacemos lo que se debe hacer, que trabajamos porque ésto dure lo menos posible, que ayudamos aunque sólo sea siendo responsables con quienes tienen que tomar decisiones drásticas, que estamos por la labor de apreciar y alegrar al de enfrente, pero hay que ver el poder que tiene el mal...




INGREDIENTES:


1 pierna de chivo (o carne magra)

400 gramos de cuscús
2 zanahorias
2 cebollas
1 pimiento verde
1 pimiento rojo
4-6 dientes de ajo
2 puerros
4 champiñones
1 tomate grande maduro
1 hoja de laurel
bolas de pimiento negra
1 cucharada de miel
Mantequilla
Vino
Especias al gusto; yo he usado:  curry, cúrcuma, especias marroquíes, canela.
Sal
Aceite de oliva virgen



PREPARACIÓN:


El día anterior preparamos la carne.

En una olla ponemos un poco de aceite, añadimos una zanahoria, una cebolla, un puerro, medio pimiento verde, medio pimiento rojo, 2 ajos, todo en trozos grandes para que rehogue. Damos unas vueltas y añadimos la carne del chivo cortada en trozos grandes. Añadir la hoja de laurel y las especias, incluida la canela. Rehogamos unos minutos más, añadimos un vaso de vino, dejamos que evapore el alcohol y echamos agua suficiente para que se haga bien la carne.

Tapamos y dejamos cocer de 1.30  a  2 horas. Cuando la carne despegue del hueso estará listo.
Dejamos hasta el día siguiente.


Bueno, pues ahora ya llegó el día siguiente... jajajaja!!!.



Ponemos en una sartén un poco de aceite. Echamos toda la verdura  cortada en pequeño (1 zanahoria, una cebolla, un puerro, 2-3 ajos, el otro medio pimiento verde y rojo, un tomate maduro y los champiñones. Hacer la verdura a fuego medio alto para que se haga pero que quede al dente y no pocha. En unos 15 minutos, estará. Depende, claro, de la cantidad que vosotros pongáis. Unos minutos antes de apartar, añadimos la sal, la cúrcuma, las especies marroquíes y el curry.

Apartar.

Calentamos el guiso que hicimos el día anterior. Sacamos la carne y la cortamos en trozos de unos 5-6 centímetros. Reservamos.



Sacamos del guiso las verduras y las ponemos en una sartén que tenga un poco de aceite en la base para sofreír la verdura. Una vez bien sofrita, añadimos una cucharada de miel, pasamos por la batidora y echamos de nuevo en la sartén. Añadimos los trozos de carne para que se vayan calentado.


Colamos 400 ml del caldo del guiso y lo ponemos al fuego hasta que hierva. Apartamos del fuego, añadimos los 400 grms. de cuscús, tapamos y dejamos reposar unos 5 minutos. Pasado este tiempo, ponemos sobre el cuscús un trozo de mantequilla, removemos con dos tenedores la sémola para separar los granos, ponemos de nuevo al fuego para que se derrita la mantequilla y apartamos.


Montamos el plato teniendo en cuenta que todas las partes estén calientes. Como base ponemos el cuscús, por encima la verdura y terminamos con la carne, echado por encima un poco de la salsa.



Listo. No os vayáis a agobiar por tanta literatura. Es mucho más fácil de lo que parece y el resultado no puede ser mejor. Lo cominos ayer, y para un jueves de confinamiento, es un regalo para nuestra family!!!!

Os la dedico. Sugerencia de mi niña Arelisa


















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